De Wolonchán a Acteal y Chincultik, la verdad sobre las mentiras

Por Raúl Ríos Trujillo


La violencia sólo llama violencia, venga del narco o del mismo gobierno, para el caso de los seis muertos en un operativo violento el pasado 3 de octubre en un paraje cercano al complejo arqueológico Chincultik en la región III Fronteriza, hay varias lecturas y sendas líneas para aprender, una de ellas es la lección que se dieron y nos dieron los comunicadores, los que se dedican al oficio de informar, aquellos que sin ponerse de un lado les toca vivir como pueblo y como medio de comunicación lo que ocurre cuando alguien desde una oficina ordena enfrentar a la fuerza pública contra el pueblo.

En Chincultik, la cuenta fue de seis muertos y decenas de heridos, la información fluyó casi sin interrupciones desde los mismos momentos del operativo, los reporteros tejieron una serie de redes a través de mensajes de celular y otras alternativas de comunicación que permitieron que la información no fuera falseada por los gobiernos, caso contrario a cuando en 1997 sucediera la masacre de 45 indígenas de Acteal en Chenalhó, entonces no existió una magnitud de la masacre si no hasta casi 12 horas después del artero asesinato, los reporteros de entonces no tuvimos oportunidad de informar a los medios locales, no existían opciones, claro que “nuestros diarios” no publicaron la nota si no hasta varios días después (algunos hasta el 26 de diciembre, luego de navidad), cuando la masacre era noticia internacional, de Wolonchan ni hablar, porque hasta la fecha no se sabe a ciencia cierta el número de muertos y los detalles del enfrentamiento que inició con un desalojo, nadie sabe, porque nadie documentó nada, el gobierno de entonces se encargó de borrar de un plumazo esta página negra de la historia.

Para el caso de Chincultik los medios de comunicación de Chiapas se portaron como lo que son, unos miserables voceros de la surrealista fantasía que se impone (¿Qué otra cosa se podía esperar de ellos), y los compañeros reporteros sacaron la casta, seguros de que sería la censura la que reinaría por encima de la verdad a secas, se armaron de valor y adrenalina e informaron, no desde sus medios que callaron la nota, desde sus blogs, desde teléfonos celulares, desde sus cámaras que captaron videos que luego subieron a youtube, para que ya nunca más sucedan masacres como las de Acteal y Wolonchán donde todos de alguna manera fuimos cómplices que callamos, que nos dejamos censurar.

Lo único que quedó claro en Chiapas luego de los operativos del 3 de octubre, es que la oficialidad logró que los medios de comunicación, sus hijastros, se mostraran medianos e incapaces de detener la ola de información que se generó a través del internet desde las primeras horas del enfrentamiento, el comportamiento de los medios nacionales también es de lástima, que asqueroso es darse cuenta de lo que pueden hacer algunos a cambio de publicidad, lo verdaderamente importante es que los hechos del 3 de octubre no quedaron en las tinieblas de la desinformación y para muestra están todos los vídeos subidos a portales de youtube, los blogs de Fredy Martin Pérez, de Ada Iveth Morales, de Chaino, y otros reporteros que como héroes anónimos garantizaron que la verdad de este negro 3 de octubre viera luz y tuviera consistencia ante la mentira oficial.

Con gusto he leído que la labor reporteril de los compañeros comitecos ha tenido eco más allá de nuestro estado, la periodista y analista política Marcela Turati comentó el hecho y dio pie a que se reabriera la discusión acerca de los blogs como medios alternativos de comunicación y la importancia que los periodistas sepamos usar estas herramientas que permiten informar sin el tamiz oscuro de la censura política y económica.

En un complejo paisaje político como el de Chiapas, donde ocurren masacres, ajusticiamientos, tiroteos del narco, acción de paramilitares, actividad guerrillera, tráfico de personas, los comunicadores debemos estar a la altura y prestarnos a informar sin distingos y sin censuras escribir la historia desde la misma historia.